Un país hambriento.

               
OPINIÓN 

Foto de perfil de EDUARDO SANCHEZ
Venezuela se ha convertido en una tierra, donde una de las pocas cosas que realmente abundan son las necesidades, necesidades de comida, de seguridad, de paz, de trabajo, de democracia y de libertad.


No ha sido necesario que los cerros bajasen para que no quedase “piedra sobre piedra”, estos últimos 19 años hemos sido mudos testigos de un régimen, que sencillamente destruyó a Venezuela, y la devastación no ha sido solo económica o política, no qué va, esta revolución de pacotilla logró cavar un profundo hoyo negro a todo lo largo y ancho de nuestra sociedad, socavando nuestras bases en procura de alcanzar su único y real objetivo: permanecer en poder por encima de todo y de todos.

Quienes todavía crean, de buena fe, que este régimen simplemente se irá por la buenas, lamentablemente, vegetara por muchísimo tiempo en el mismo mar de la felicidad, que siguen transitando aún, nuestros vecinos cubanos, y por cierto, no estamos haciendo ningún llamado a la violencia, colocamos las cartas sobre la mesa, en un país que cerró el año pasado con más de 80 muertes al día por crímenes, ¿Acaso ya no estamos en guerra?

Los venezolanos también tenemos hambre de honestidad, de sinceridad, de propuestas unificadoras, realistas y que incluyan, sin trampas ni manidos cálculos electorales, a todos quienes queremos salir de esta caverna de desolación y miseria, para nada nos interesa pretendidas ambiciones de gobernaciones o alcaldías, la ruina no pide, ni da pausa en cada uno de nuestros hogares, basta de continuar truncando nuestro presente, por fantasiosas promesas de futuros, sólo buenos para algunos pocos, no estamos dispuestos a ser nuevamente un daño colateral.

Insistir en lo que pudo ser, es definitivamente absurdo y una pérdida de tiempo, toca dar los pasos necesarios y urgentes para empezar a colocar un cable a tierra entre la dirigencia democrática y la sociedad en general, pero no estamos hablando de maquillaje para salir bonitos en una foto, estamos refiriéndonos a un cambio verdadero, que coloque los intereses mayoritarios de los venezolanos por encima de los grupos de poder, ¿ingenuidad?, no lo creo, candidez fue pensar que un diálogo con las cartas marcadas, tendría algún fruto productivo para la lucha.

Hasta ahora es la plataforma conformada en la MUD, que aglutina la gran mayoría de los partidos opositores al régimen, sin embargo, esta alianza, exitosa electoral-mente, se ha ido quedando en extremo corta, cuando hablamos de conformar, un movimiento nacional que represente, el sentir y la voluntad de la mayoría del espectro social venezolano, al contrario, el balance del recién finalizado año, aunque a algunos no les guste, ha sido francamente negativo, se disolvió en la nada la posibilidad de un revocatorio presidencial, se inmovilizó un incipiente auge de protestas contundentes y se perdió conexión con los intereses, que a diario manifiesta, una colectividad ansiosa de respuestas adecuadas, prácticas y efectivas a la dramática crisis que padecemos.

Es el momento de renovarse o correr el riesgo de ser desplazado por una realidad social que amenaza con llevarse, todo y a todos, por los cachos, el hambre no da tregua, y frente a la innegable posibilidad de que la situación económica y social continúe agravándose, nadie, repito nadie, sabe cómo pueden desarrollarse acontecimientos que nos conduzcan a un reino de caos y anarquía, donde un nuevo mesías, del color que sea, pueda otra vez, cautivar a las mayorías y erigirse como el gendarme necesario.

El régimen está absolutamente claro, mientras nosotros nos distraemos y nos ocupamos de pendejadas, desde el alto gobierno, con todas sus diferencias, avanzan sin prisa, pero sin pausa, en su agenda por mantenerse en el control del Estado, ellos pueden tener grupos que se disputan mayores cuotas de poder, sin embargo, están claros que si cae el gobierno, lo demás será un efecto dominó, y saben, que cuando se empiece a profundizar en las gestiones de todos estos años, las denuncias serán recordarás como una ínfima parte frente al monstruo de ilegalidad, nepotismo, tráfico y corrupción que los arropa a todos.  

Venezuela está hambrienta en todos los sentidos, la esperanza por un futuro mejor debe tener sustento de carne y hueso, acciones valientes y decisiones influyentes, ojala quienes nos llamamos demócratas, sepamos en serio defenderla y poder lograr un proceso que nos conduzca a cambios tangibles, urgentes y necesarios.   
    

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